Ciudad de México.- El 21 de marzo de 2015, la Lucha Libre mexicana vivió una de sus noches más trágicas. Pedro Aguayo Ramírez, conocido como el Hijo del Perro Aguayo, falleció durante una función en Tijuana a los 35 años, tras un combate donde compartía esquina con Manik frente a Rey Mysterio Jr. y Xtreme Tiger. Aquel día, un traumatismo cervical derivado de una caída en el ring le arrebató la vida.
Desmintiendo los mitos sobre su muerte
Durante años, se generaron mitos y teorías sobre su fallecimiento. Algunos culparon a Rey Mysterio, otros hablaron de una supuesta lesión previa o negligencia médica. Sin embargo, su primo y mánager, Khan del Mal, desmintió todo: "Pedro no presentaba ningún malestar, y el Auditorio Fausto Gutiérrez contaba con cuerpo médico, aunque este se encontraba ocupado atendiendo otras lesiones previas".
El legado de un luchador inmortal
Aguayo Ramírez no solo fue heredero de un ícono como el Perro Aguayo, sino que supo escribir su propia historia. Fundó la facción Perros del Mal, marcó una era como rudo y su carisma sobre el ring lo convirtieron en leyenda. A una década de su partida, su grito de guerra —“¿Dónde están, perros?”— sigue vivo en cada función donde se recuerda su nombre.
¿Qué cambió en la lucha libre tras su muerte?
La tragedia fue un parteaguas. A partir de entonces, muchas empresas reforzaron sus protocolos médicos. Hoy, la Lucha Libre mexicana no solo recuerda a un ídolo, sino que busca ser más segura para evitar que historias como la del Hijo del Perro Aguayo se repitan.