Ciudad de México.- El boxeo es uno de los deportes en que México ha destacado en mayor medida y Rubén Olivares ha sido uno de los grandes exponentes, aunque su vida fuera del ring opacó su grandeza con los guantes.
Apodado como “El Púas”, el pugilista oriundo de Guerrero llegó a ser símbolo nacional e histórico del deporte, pero los excesos lo llevaron a vender sus campeonatos en un tianguis por necesidad.
Debutó profesionalmente en 1965 y con solo cuatro años en el circuito logró convertirse en Campeón del Mundo en la categoría Super Pluma, algo que después repetiría en las divisiones Puma, Gallo y Super Gallo.
En las décadas de 1970 y 1980, Olivares fue uno de los grandes, e incluso participó en películas como “La Peluquería” y “Las Glorias del Gran Púas”.
Pero su vida de fiestas y alcohol, las malas decisiones y la falta de disciplina, acabaron con su fortuna.
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Con más de 70 años regresó a sus rices como artesano en el mercado de La Lagunilla, en la Ciudad de México, donde vende recuerdos de su época dorada en el boxeo.
“El Púas” ofrece en su negocio sus fotografías viejas, figuras que el mismo talló y hasta su cinturón de campeonato del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), por el que ha llegado a pedir hasta un millón de dólares.
Su sustento se debe a que mensualmente recibe cerca de 2 mil pesos por las regalías de sus películas y también recurre a cobrar por tomarse fotografías con los fans que acuden a su negocio.
Rubén Olivares finalizó su carrera con una marca de 105 peleas, con 89 triunfos (79 por nocaut), 13 derrotas y 3 empates. Además, estuvo en 13 peleas de campeonato y ostentó 4 cinturones.
También fue de los primeros boxeadores mexicanos en ser exaltado en el Salón de la Fama del Boxeo Internacional.