México.- “El boxeo no volverá a ver algo igual”. Así lo sentencian los expertos cuando se menciona a Salvador Sánchez, un nombre que brilla con fuerza en la historia del pugilismo mundial, no solo por su talento, sino por el vacío que dejó su trágica partida. A los 23 años, Salvador murió en un accidente automovilístico cuando iba al volante de su Porsche 928 en la madrugada del 12 de agosto de 1982, truncando una carrera que, para muchos, estaba destinada a colocarlo entre los más grandes de todos los tiempos.
Nacido en Santiago Tianguistenco, Estado de México, en 1959, Salvador debutó como profesional a los 16 años y, con rapidez, se hizo un nombre gracias a una mezcla de técnica depurada, inteligencia táctica y pegada precisa.
Campeón mundial y verdugo de leyendas
Su consagración llegó en 1980, cuando derrotó a Danny 'Little Red' López y se convirtió en campeón mundial pluma del CMB. Lo que siguió fue una defensa tras otra: rivales como Wilfredo Gómez, a quien venció por KO en el octavo asalto, o Azumah Nelson, a quien superó por TKO en el round 15, fueron desmantelados con maestría.
Sánchez peleaba con frialdad quirúrgica. Dominaba la distancia, el ritmo y el contragolpe. No solo ganaba, humillaba técnicamente. Boxeadores como Mike Tyson y Sugar Ray Leonard no escatiman elogios cuando se habla de él; Tyson incluso ha dicho que pudo haber sido el mejor de todos los tiempos.
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Una muerte repentina que conmocionó al país
Pero la madrugada de su muerte fue tan abrupta como inexplicable. Conduciendo a más de 200 km/h, intentó rebasar un vehículo en la carretera Querétaro-San Luis Potosí, y terminó impactándose de frente contra dos unidades. Murió al instante. Años después, el misterio sobre a dónde iba o por qué salió sigue sin respuesta clara. Lo único certero es que el boxeo perdió a su 'cometa' más brillante.
Un legado eterno pese a su corta carrera
Su récord quedó en 44 victorias, 1 derrota y 1 empate, con 32 nocauts. Fue inducido al Salón de la Fama del Boxeo Internacional en 1991, y aún hoy su estilo se estudia con admiración. Mientras otros se volvieron ídolos de taquilla, Salvador fue un artista del ring. Su danza sobre las cuerdas, su cabeceo natural, su jab que desarmaba todo intento rival… son el testimonio de un genio interrumpido por la tragedia.
Salvador Sánchez estaba haciendo historia, pero su muerte no borró su legado y es recordado como un boxeador mexicano que apuntaba para el Salón de la Fama del Boxeo.
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