Espinazo.- Como cada año, cientos de creyentes del Niño Fidencio se dieron cita en el poblado de Espinazo para conmemorar al hombre que se hizo famoso por las curaciones milagrosas que le atribuyen, como haber librado de la lepra al entonces presidente de la República, Plutarco Elías Calles.
Este desértico rincón del municipio de Mina, ubicado a 135 kilómetros de Monterrey, convoca a cientos de seguidores de José Fidencio Constantino Síntora y las materias o cajitas, especie de sacerdotes o intermediarios entre el adorado y su feligresía.
Las celebraciones se realizan tres veces al año: el 19 de marzo por el día de San José, el 19 de octubre por ser el día en que comenzó a realizar milagros y el 16 de noviembre por ser el natalicio del llamado santo, quien vio la luz en 1898 en Irámuco, Guanajuato.
En 1921, El Niño Fidencio, se estableció en el pueblo de Espinazo, Nuevo León, donde estableció un centro de sanación, miles de personas viajaban hasta Espinazo donde era famoso por realizar operaciones utilizando trozos de vidrio, sin anestesia y sin causar dolor alguno en sus pacientes, el 8 de febrero de 1928, el presidente Plutarco Elías Calles visitó Espinazo para ser curado de lepra.
La fe de los fidencistas ubica cuatro sitios milagrosos en Espinazo: el “pirulito”, un árbol donde el Niño Fidencio descansaba y curaba gente mientras arrojaba frutas y donde actualmente recomiendan dar tres vueltas al lugar para agradecer por llegar con bien y repetir esta acción para asegurar un buen regreso.
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El segundo de los lugares donde se aglomeran los devotos es en el templo, donde se aloja la recámara que habitaba el Niño Fidencio, la cual conserva su cama original y artículos que utilizó hace más de 100 años para realizar curaciones.
En este lugar también se encuentra la tumba del venerado, y José Sustaita, originario de Reynosa, Tamaulipas, y cada año acude a pagar una penitencia por haber curado a su padre, y lo hace rodando por el suelo.
“Es una penitencia porque yo tuve enfermo a mi papá y le pedí al Niño Fidencio, él me ha dado muchas cosas buenas, la primera vez que vine fue a pedirle con mucha fe, que curara a mi papá, está enfermo de diabetes y le iban a mochar su pie y gracias al Niño nomás le mocharon un dedito”, mencionó.
El tercer lugar es el columpio donde Fidencio curaba a mudos y paralíticos columpiándolos hasta que gritaran o salieran volando y cayeran parados, y el cuatro el charquito, una poza de aguas lodosas donde, cuentan los creyentes, el santo logró curar al expresidente Calles de lepra.
Ana Karen Aguilar asegura que logró caminar debido a que la madre de su esposo fue usada por el Niño Fidencio para curarla, por lo cual, ahora camina 30 kilómetros desde la carretera Monterrey–Monclova.
La cual es una zona desértica, sin acotamientos y con constantes tolvaneras de polvo, esto como acto de fe.
“Yo inicié por parte de mi esposo, la familia de él es de aquí, su mamá es materia del Niño, y yo tengo dos tumores en el cerebro, el Niño Fidencio me ha dado mucha paz y tranquilidad, si no fuera por él yo no estuviera caminando, yo quedé en silla de ruedas y el Niño me levantó”, dijo.
Por su parte, los comerciantes de la zona señalan que es una bendición la derrama económica que les generan las celebraciones, pero piden que no se olviden del pueblo el resto del año, ya que solamente en dichas fechas es cuando reciben a miles de creyentes.
“Si nos va bien bendecido, pero nos interesa mucho que el pueblo del Espinazo tenga más proyección, que sea un pueblo mágico para la gente del estado de Nuevo León y Coahuila.
“Viene muchísima gente de Estados Unidos, de Campeche, de Baja California, de Guadalajara, de Durango, pero solo en marzo y octubre, después no hay nada, solo hay movimiento los fines de semana y poco”, dijo Erick Wallace, un comerciante conocido como “El Hechicero”.