La Defensa del INE

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Escrito en OPINIÓN el

"Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla", dice la célebre frase atribuida a diferentes autores. Hagamos memoria y vayamos a 1988.

Manuel Bartlett, entonces titular de la Comisión Federal Electoral, anuncia una "caída del sistema" que a la postre da el triunfo al candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. A este oscuro episodio de la política mexicana se le conoce como "El Fraude del 88".

Aunque hoy parezca increíble, entonces no existía un órgano electoral independiente encargado de organizar las elecciones, durante más de siete décadas el Gobierno impuso a sus candidatos al ser juez y parte.

Hoy, 34 años después, el mismo Bartlett, reivindicado como titular de la CFE y su jefe, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, impulsan una reforma tóxica, retrógrada y perversa que pretende desaparecer al órgano electoral que regresó a los ciudadanos la confianza en las elecciones: el INE.

Uno de los peores agravios que puede cometer un Gobierno es destruir lo que las y los ciudadanos construyeron, y eso es precisamente lo que hoy busca Morena.

No se trata de defender a una institución más, el tema de fondo es la democracia. Y es que fue hasta después de 1990, cuando se creó este órgano electoral, que el famoso "carro completo" del régimen hegemónico cedió su lugar a la alternancia y a la diversidad de opciones políticas, sobre todo a impulsar la “ciudanización” de los órganos electorales y a la participación ciudadana.

La sola participación de cientos de miles de mujeres y hombres libres en las marchas de protesta del pasado domingo en más de 50 ciudades deberían ser suficientes para que el titular del Ejecutivo federal retire de inmediato su reforma absurda, se disculpe y no retome cualquier iniciativa que vaya en contra de fortalecer e impulsar la democracia en nuestro País.

Quienes se manifestaron fueron las mismas mujeres y hombres, ciudadanos y ciudadanas sin intereses partidistas, quienes cada jornada electoral sacrifican su descanso para abrir casillas, armar urnas y contar los votos de todas y todos.

La democracia no tiene color, la defensa del INE está por encima de partidos e ideologías, es nuestro deber honrar a todos aquellos hombres y mujeres que pusieron los cimientos de la libertad que hoy gozamos.

Tenemos que terminar con el divisionismo y la violencia impulsada desde Palacio Nacional cotidianamente. Ni fifís, ni chairos, todos somos mexicanos.