Buen Camino

Escrito en OPINIÓN el

Tuve la oportunidad de realizar el milenario Camino de Santiago de Compostela en Galicia, España. Mi ruta comenzó justo en Tui, España, frontera con Valencia, un pueblo portugués, justo ahí esos dos países dividen su geografía.

La experiencia promete transformarte después de haber caminado cuando menos 120 km, en 6 días para llegar a la Catedral de Santiago por la merecida Compostela.

Lo prometido se hace realidad como todo en la vida cuando le encuentras sentido y le imprimes actitud. Después de las primeras horas caminando, empecé a entender que había que darle un sentido, no se trataba solo de sumar kilómetros recorridos a cambio de calorías perdidas, gastando suela.

A partir de ese momento vinieron muchas reflexiones, en cada paso y a cada momento traté de darle siempre una similitud con la vida. Encontré muchas de ellas por 6 días caminando durante los que recorrí los 52 años que tengo.

El Camino es universal, para todos y para cualquiera en cuanto a que el trayecto es el mismo, según la ruta elegida. Disfrutar o renegar del Camino depende del peregrino. Al igual que en la vida pasan los años, atrás quedan los pasos en el Camino.

No vuelven, ni se repiten cuando mucho se parecen. Sucede lo mismo con los paisajes, cada uno de ellos ofrece una experiencia diferente que conforme avanzas, se va borrando, hasta que desaparece, solo para quedar en la memoria, en el recuerdo.

Los peregrinos se convertían en amigos, vecinos o socios, pasaban los días y avanzaban los kilómetros, más adelante, tarde o temprano nos volveríamos a encontrar en el Camino, compartíamos el mismo destino Había peregrinos con quienes te identificabas más por diferentes razones pero sobre todo por el ritmo en el paso, algunos que quedaron siempre atrás, otros a los que nunca alcancé y aquellos con quienes coincidí siempre.

Unos son los amigos de siempre, otros son amistades de ocasión. Lo importante no era solo llegar a Santiago sino disfrutar el trayecto. Cuando más cansado me sentí, hice un alto, eso siempre ayuda, voltear atrás para ver el camino recorrido y mirar al frente para imaginar lo que viene.

Había que llegar a la meta diaria para descansar y continuar al día siguiente, no importa cuántas veces me detuve, se trataba de llegar a Santiago que en la vida es el destino y la meta que cada quien se proponga. Gracias por leerme y Buen Camino.

Nota: La opinión de los columnistas es responsabilidad exclusiva de los mismos