Escuelas vemos, instalaciones y programas no sabemos.

Escrito en OPINIÓN el

Ser docente, maestro o profesor de cátedra NO es rentable; cuando menos desde el punto de vista pecuniario y de valoración. Lamentablemente, en nuestro país no pagamos ni valoramos el trabajo docente como deberíamos. Desde hace más de 20 años he tenido el privilegio de dar clases en 4 universidades de nuestro estado. Me he percatado que es fundamental tener docentes con vocación real; con las mejores aptitudes y experiencia de campo, que permita compartir conocimiento tanto empírico como técnico.

He tenido la fortuna de conocer varios de esos docentes de “hueso colorado”, que han dedicado gran parte de su vida a compartir y hacer patente que a este mundo venimos a dar, a enseñar, a compartir.

Hace poco, me increpó una muy querida amiga, que coincide con ser una maravillosa maestra; ella ha tenido la oportunidad de dar clases en diversas universidades, en CONALEP de Nuevo León y actualmente en una secundaria pública. Siempre le veo preocupada por la defensa de sus alumnos y sus derechos. Sé que involucra su propio dinero para apoyarles con materiales y que su labor no se ciñe a las aulas.

Todos sabemos que el porcentaje de presupuesto público que se ministra al tema educativo no alcanza para la labor titánica que este último demanda, sin embargo, ella me exponía que con mucha tristeza que, a medida que pasa el tiempo, son cada vez son más las carencias y al parecer más los descuidos (o menos voluntad política) para fortalecer lo que algunos consideramos como el eje de la evolución de nuestra sociedad: la educación.

Resulta que, entre muchos temas adicionales, se dejó de tener (desde 2011) en las escuelas públicas el puesto de -médico escolar- que era una figura de mucha utilidad, siendo que cada plantel oscila entre 500 a 1000 integrantes por turno.

Otro tema es el del uso de talleres en secundarias técnicas (también se quitó en 2011) y aunque la infraestructura existe, se encuentra en estado deplorable y abandonada; antes los jóvenes salían con certificados en técnicas como: electricidad, informática, dibujo técnico, robótica, carpintería, soldadura, entre muchas; en esta columna hemos comentado que faltan miles y miles de técnicos cada año en Nuevo León y no hay suficientes para las empresas existentes…imagínense si llegan las que esperamos.

También el tema de apoyo socioemocional es toral (más postpandemia) era un área que se llamaba USAER que, aunque siempre fue insuficiente, dado que cada psicólogo debía atender a 14 planteles de los 3 niveles de educación básica, hoy en día no existe y hace muchísima falta. Ojalá pudiera haber convenio con servicio social de las facultades de psicología para apoyar.

De igual manera, un fortalecimiento y estabilidad a los programas de idioma extranjero, entre otras muchas necesidades...

Pongamos todos atención, valoremos y apoyemos a los maestros porque: Escuelas vemos, instalaciones y programas, no sabemos.