Hace unas semanas inauguramos este espacio con una columna titulada “Milei y el futuro de América Latina” donde expuse algunos ejemplos de lo que podría pasar si el candidato libertario ganara la presidencia de Argentina. Hoy ese escenario se ha vuelto realidad, Javier Milei será el futuro mandatario del país sudamericano y el primer presidente libertario en cualquiera de los países del Grupo de los 20 (G20), las mayores economías del planeta.
Una inflación del 140 por ciento que ha venido arrastrando el peronismo y un 40 por ciento de argentinos en la pobreza, motivaron el hundimiento de su candidato Sergio Massa, pues la Economía se convirtió en el tema más relevante para los ciudadanos. En este sentido, la respuesta principal que ha dado Milei a los argentinos es la de cerrar el Banco Central y “dolarizar” al país.
En pocas palabras, la dolarización consiste en convertir al dólar estadounidense en la moneda de curso legal en detrimento de la moneda nacional.
Dicha medida ha sido utilizada por otros países del mundo para salir de la hiperinflación a la par de impulsar el crecimiento económico, ya que se trata de una moneda más estable y competitiva (es la divisa de referencia internacional). Sin embargo, realizar esto conlleva la pérdida de soberanía monetaria cediéndola a la Reserva Federal de los Estados Unidos, por lo que ninguna autoridad nacional puede controlar la cantidad de moneda que circula en su territorio, proveer liquidez a la banca comercial o ajustar tipos de cambio.
Su implementación ha arrojado resultados mixtos. Por ejemplo, Ecuador y Panamá (ambos latinoamericanos) han mantenido una exitosa dolarización desde inicios del siglo XXI. Mientras que Zimbabue la implementó en 2009, pero fracasó al no lograr mantener un nivel adecuado de dólares en circulación, provocando otra recesión que los llevó a reintroducir su moneda nacional en 2019.
La medida no ha sido implementada en ninguna economía del G20, por lo que la aventura argentina marcará un antes y después. Ahora bien, el problema con el que se enfrentan nuestros vecinos continentales es que no cuentan con los dólares suficientes para llevar a cabo la medida de inmediato por lo que deberán medir bien sus tiempos para que no les ocurra algo similar a Zimbabue.
Una dolarización en menos de un año implicaría la posible creación de un Banco de Reservas en el exterior para convertir todas las deudas en pesos del Banco Central a bonos dolarizados (la garantía serían acciones de empresas públicas). Así mismo, los entusiastas de esta medida estiman que los argentinos tienen más de 50 por ciento del PIB en dólares en el exterior y esos depósitos regresarían al sistema financiero nacional.
Milei basó buena parte de su campaña con esta propuesta, la cumplirá. Pero el manejo de los tiempos será esencial, sobre todo, con las elecciones de los Estados Unidos en 2024. Una victoria de Trump podría asegurar el éxito de la medida porque cuenta con su apoyo explícito.