Dos conflictos internacionales tienen al mundo en vilo y han representado serias amenazas no solo en vidas humanas si no a la estabilidad geopolítica y la economía global.
El primero entre Rusia y Ucrania próximo a cumplir dos años ha significado un desplazamiento de más de 6 millones de habitantes, así como una alta inflación en productos alimenticios y una crisis energética principalmente en Europa y África. Ucrania ha resistido hasta ahora por el apoyo económico y militar recibido por las potencias occidentales (Estados Unidos y Europa).
El segundo, la guerra iniciada hace exactamente un mes tras la incursión del grupo Hamás a territorio de Israel y que ya ha escalado de manera importante con la comunidad musulmana de Medio Oriente respaldando a los palestinos.
El conflicto lleva más de 10 mil muertes incluyendo niños y se espera que sus efectos en el sector energético puedan elevar los precios internacionales del petróleo si Irán (aparente subsidiario de Hamás) bloquea el Estrecho de Ormuz. De igual manera, Estados Unidos y las otras potencias occidentales apoyan a Israel en estos eventos.
Sin embargo, un tercer conflicto podría estar en puerta dadas las circunstancias actuales, una guerra entre China y Taiwán.
Desde que en 1949 el Partido Comunista ganara la guerra civil y se hiciera con el poder en el extenso territorio de la China continental, expulsando así a los nacionalistas del Kuomintang a la pequeña isla de Taiwán, dos Chinas han coexistido en el mundo, la República Popular China (Comunista) y la República China en Taiwán.
Si bien desde 1971 la legitimidad del estado chino ha sido reconocido por la ONU para los comunistas, los taiwaneses siguen reclamando su derecho de llevar ese nombre y han mantenido una lucha constante por su soberanía. Desde entonces la disparidad entre comunistas y taiwaneses se ha vuelto diametralmente opuesta.
Por un lado, la China comunista se ha convertido en la segunda potencia más grande del mundo solo por detrás de los Estados Unidos y su líder Xi Jiping, en una de las personas más poderosas. El objetivo de Xi, es convertir a China en la máxima potencia del planeta para el 2050 y uno de sus pilares de política exterior se conoce como “Una sola China”, que pasa por anexar Taiwán a su territorio.
Por el otro lado, los taiwaneses solo han podido mantener su soberanía por el apoyo que las potencias occidentales han otorgado a esta pequeña isla para su defensa y la amenaza que mantienen los Estados Unidos hacia la China comunista de no interferir.
Hoy la realidad es distinta, con dos frentes abiertos donde el apoyo económico y militar de las potencias occidentales es sustancial, el momento que China ha esperado para lanzar su ofensiva a Taiwán podría haber llegado, un tercer frente abierto para Occidente podría desestabilizar la balanza a favor de los comunistas.
Las consecuencias de un conflicto de esta magnitud en Asia podrían generar un cambio total en las cadenas de suministro globales y el crecimiento exponencial del nearshoring, pero también cambiar por completo la geopolítica y los tiempos en los que vivimos… habrá que esperar.
Abner Reyna Salas
Maestro en Economía Política Internacional
abnerreynas@gmail.com