Educación cuadrada en un mundo redondo

En lugar de educar, a menudo adoctrinamos, limitando nuestra capacidad de análisis y juicio crítico.

Escrito en OPINIÓN el

¿Está la educación cumpliendo su objetivo de crear una sociedad productiva y pacífica?

Es crucial considerar una educación que favorezca la resolución de problemas cotidianos

La ciencia ha demostrado, aunque no haya campañas publicitarias al respecto, que la realidad no tiene juicio y depende de lo que tú percibas que es, según tu experiencia y la imprenta de tu consciencia. De ese tamaño son tus creencias y de ese tamaño es el resultado de tu educación o lo que sea que te haya moldeado tu percepción de las cosas.

El drama de la realidad se magnifica si vivimos en la época más conectada y comunicada de la historia. A través de internet, podemos acceder a una cantidad infinita de información que llega a cualquier rincón del mundo con nuevas ideas que permiten crear otras realidades. Esta revolución digital ha permitido, por ejemplo, que las oportunidades educativas sean más accesibles que nunca, con la posibilidad de realizar cursos en línea y adquirir conocimientos sin los altos costos y protocolos de la educación formal tradicional.

Sin embargo, a pesar de estas ventajas, nos encontramos inmersos en un contexto de guerras y conflictos mundiales, así como en un entorno de violencia local y crimen organizado. Vaya ni trabajar en equipo sabemos hoy. Al menos en nuestro país no mostramos públicamente comportamientos civilizados y sólo observamos impotentes o nos entretenemos en el espejo miserable de las redes sociales, donde prevalecen el miedo, la banalidad y falta de compromiso social, a pesar de tanta tecnología.

Esto no es nuevo, sólo se ve hoy más grande por la comunicación digital.

El escenario nos plantea una pregunta fundamental: ¿está la educación cumpliendo su objetivo de crear una sociedad productiva y pacífica?

A menudo, las formas de ser y los conocimientos que se transmiten no están alineados en tiempo real con la vida que se reinventa.

Las circunstancias cambian rápidamente y la percepción de que la educación formal está sobrevalorada se ve reforzada por opiniones de figuras destacadas como Elon Musk, quien ha señalado que muchos jóvenes graduados entran al mercado laboral sin habilidades prácticas útiles, cuestionando para qué sirve una costosa educación si no saben qué hacer, sugiriendo que el conocimiento se enfoque más hacia la práctica.

En este sentido, es crucial considerar una educación 360 grados que favorezca la resolución de problemas cotidianos. Y también reforzar la salud mental de los alumnos pues tampoco se ven grandes liderazgos ejemplares hoy en día. Parece haber mucha educación en la forma y poca civilización en la práctica

Además, través de plataformas como YouTube cualquier persona puede acceder a talleres de lo que sea, buenos y malos, que abordan problemas prácticos y cotidianos que permiten capacitarte "gratis" para generar ingresos hoy. Aunque desconozcan el origen de la información y no haya evaluación de capacidades o antecedentes, obtienen la información mínima necesaria.

Y aunque valoro profundamente la educación académica y he invertido en mi formación en múltiples idiomas y estudios de posgrado, reconozco que la educación formal sí debería ir acompañada de herramientas y conocimientos aplicables rápidamente en el día a día, empezando por lo elemental de entendernos a nosotros mismos y no sólo conceptualizar o aprender teorías para segmentar el conocimiento y luego esperar largos periodos de tiempo para entrar en la realidad productiva sin habernos hecho preguntas trascendentes o profundas. No somos máquinas de productividad.

La educación, pues, debe ser circular, replantearse estructuralmente y capacitar "para todo" desde enfrentar los desafíos actuales y tener acceso a las teorías del pasado. Es imperativo aprender a “pensar sentir”, generar recursos y vivir en paz en el presente, cultivando una autoestima que nos proteja de la manipulación.

Los resultados actuales sugieren que, en lugar de educar, a menudo adoctrinamos, limitando nuestra capacidad de análisis y juicio crítico.

Esta falta de criterio para discernir entre "lo verdadero de lo que yo creo y deseo para mí, y lo falso de un deber ser que no alcanzo a comprender" plantea la necesidad de repensar el propósito de la educación para hacerla holística y sacudir prejuicios establecidos sobre la misma.

Adaptarse o morir en un mundo que desea primero paz y después matemáticas.

Sabemos que los expertos en educación son conscientes de todo esto, pero, como siempre, las leyes y las instituciones caminan lentas y son las últimas en enterarse de qué está hecha la realidad.

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El autor es ingeniero civil, urbanista, analista urbano, experto en movilidad y gestión del desarrollo sustentable, y miembro de la Academia Nacional de Arquitectura

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