Regiándola
Cuando Beatles sacaba un éxito mundial muchos decían: ‘es que hacen sus canciones porque se echan un churro”.
Se comentaba que la droga te pone bien alucinado, te sensibiliza al mil por ciento y hace que te broten ideas para componer canciones.
Así le dijeron a un amigo: “échate uno y ya verás cómo te ayuda a sacar ese genio que traes dentro”.
El tipo ya pasó años fumando y fumando porros… y nada que se inspira. Ya se hizo adicto.
Trae siempre los ojos bien entomatados, muy sonriente y tratando siempre de entender la situación.
Pero nada que compone como John Lennon, Paul McCartney o -de perdido- como Espinosa Paz.
Ahí es entonces donde se cae a pedazos el mito de que se necesita andar bien pacheco para hacer una obra maestra.
Escribir más de mil temas y muchos de ellos cañonazos de nivel mundial como Hey Jude, Let It Be o Yesterday, no es cosa de nomás darse un toque.
Para eso se necesita más que un cargamento de yerba en el cerebro. Digamos que todo un tráiler, pero de talento, creatividad y una buena dosis de inspiración natural.
Y nuestro huésped de hoy, a quien muchos fans regios lo buscaban anoche en algún hotel de San Pedro, es el ejemplo vivo de que no sólo de “mois” vive el genio.
La leyenda viva llamada Paul McCartney ya está por primera vez en Monterrey y viene a protagonizar una noche histórica en el estadio de Rayados.
Sí, ese músico que empezaba a tocar con Beatles en La Caverna en 1961 y causó toda una explosión de bandas alrededor del mundo, tiene una cita con los regios a un costado de La Pastora.
(Nadie jamás imaginó que iba a andar por la calle Pablo Livas).
Ya sin la voz diáfana de jovencillo, pero con muchas notas que ofrecer todavía, Paul, a sus 82 años, está listo cantar generosamente unas 37 canciones en su concierto.
Perfecta fue la decisión que alguna vez tomó McCartney cuando dijo que prefería seguir ofreciendo conciertos, que sentarse en su casa a ver la TV por el resto de su vida.