Después de la jornada electoral del 2 de junio y una vez finalizados los cómputos oficiales, vendrá un largo proceso de impugnaciones que en Nuevo León podrían cambiar el resultado final de algunas alcaldías y la conformación final del Congreso. Aún así, hay tres conclusiones importantes que los resultados electorales nos dejan en el Estado.
1. La paridad no ha mejorado -sustantivamente- las posibilidades de que las mujeres estén al frente de los municipios.
No deja de ser paradójico que, en tiempos donde la paridad se ha instalado en los Congresos y por primera vez habrá una mujer Presidenta en México, en las alcaldías de Nuevo León hay retrocesos.
Los municipios con una mujer como líder no han superado el 20 por ciento del total (10 municipios) y la población que tendrá una alcaldesa pasará de ser el 14 por ciento (2021) al 3.2 por ciento (2024). Por primera vez en 21 años, no habrá alcaldesas en el Área Metropolitana de Monterrey.
A partir de 2003, algún municipio metropolitano fue encabezado por al menos una mujer y en tres periodos, por dos (2006, 2009, 2018).
El gobierno de Cristina Díaz cierra un ciclo que no se había repetido desde la elección del 2000. Aún cuando están obligados a que el 50 por ciento de sus candidaturas sean mujeres, los partidos no han provocado espacios de mejor competencia para sus candidatas en las alcaldías.
2. La nueva realidad de Nuevo León: pluralidad y transición.
Después de años de bipartidismo, en la última década, se ha instalado una pluralidad política con cambios constantes entre las fuerzas políticas en el poder tanto en el Estado como en el Área Metropolitana.
Con los resultados preliminares, 16 alcaldías lograron reelegirse, pero, por primera vez en la corta historia de la reelección, un alcalde metropolitano no lo consiguió (Juárez).
Además, cinco de los nueve municipios metropolitanos cambiaron de partido. Más aún, sólo dos municipios no han vivido una transición política formal en la última década (San Nicolás y Apodaca).
Hay dos lecciones muy claras para los gobiernos electos. Por un lado, están obligados a llegar acuerdos con fuerzas políticas distintas, tanto en el Estado, en el Congreso y con sus propios pares en las alcaldías - al menos si quieren dar mejores resultados para su población. En segundo lugar, el electorado es altamente volátil: si no ve resultados, es probable que opte por una alternativa distinta.
3. Nuevo León sigue teniendo un reto de participación electoral.
Nuestro Estado ocupó el lugar 21 en cuanto a participación electoral el 2 de junio. Con una votación del 57.3 por ciento del padrón, está por debajo de la media nacional (61 por ciento) y muy lejos del 70 por ciento de la Ciudad de México.
En el Área Metropolitana, si bien todos los municipios aumentaron su votación con relación al ciclo previo (2021), no superan la media estatal y sólo tres municipios alcanzaron o superaron el 60 por ciento (San Pedro, San Nicolás y Monterrey).
En un Área Metropolitana sin alcaldesas, con gobiernos de tres diferentes fuerzas políticas y al menos cuatro que cambiarán de partido (con relación al periodo anterior), deberá prevalecer el bienestar público por encima de las disputas políticas que dominaron los últimos tres años.
De lo contrario, y como sucedió en este proceso, un electorado impaciente que no ve resueltas sus principales preocupaciones (movilidad, desarrollo urbano, seguridad) podrá castigar y cambiar de rumbo de nuevo.
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El autor es Director de Cómo Vamos Nuevo León
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