A cinco años de cumplir un siglo el PRI, el otrora partido político más longevo y poderoso de México optó por la eutanasia aún y cuando algunos creíamos que existía una posibilidad de transformarse para demostrar su capacidad de adaptación, sus consejeros a mano alzada como lo hacen aquellos a quienes tanto critican, se autoexiliaron confirmando uno de sus mayores y más graves problemas, la lejanía, la distancia entre quienes conforman su dirigencia y la sociedad civil.
En una asamblea exprés a la que fueron convocados solo los amigos de su dirigente nacional el PRI tomó la decisión más importante de su agotada vida política, adelantar su lenta muerte y acabar con la agonía producida por la incapacidad de adaptarse a los nuevos tiempos que exigían apertura total y cercanía con la sociedad civil que lo coloca como el partido político con mayor rechazo social.
Después de los resultados electorales más trágicos de su historia en los que paso a ser la penúltima fuerza política nacional en el congreso federal y con 2 gobernadores, quienes controlan al partido o lo que queda de él, optaron por reformar sus estatutos para reiterar sus resultados electorales, es decir, se transformaron formalmente en uno de los partidos políticos más pequeños del país, no solo en cantidad sino en calidad, pues eliminaron de un plumazo a organizaciones gremiales y organismos de la sociedad civil que tenían una representación, así como a órganos locales de decisión, concentrando todo el poder en su dirigencia nacional, se hicieron más pequeños en lugar de crecerse ante la adversidad.
Divide y vencerás es una de las máximas más socorridas en la guerra y en política. Morena conformado en su mayoría por expriistas de mucha experiencia y con conocimiento del ADN de este partido y sus dirigentes crearon las condiciones y escenarios correctos para lograr su cometido, después de la pasada elección terminaron de sepultar al PRD y dejaron en terapia intensiva al PRI que venía padeciendo una larga agonía de la que fue imposible recuperarse pues la división generó una grieta entre sus liderazgos que primero les impidió buscar acuerdos y consensos entre sí y después salir a recuperar lo perdido, el trabajo de a pie que dejaron de hacer hace muchos años mientras buscaban espacios de poder y privilegios para seguir en su zona de confort.
Desde 1997 que el PRI perdió por primera vez la mayoría absoluta en el congreso federal los vientos fuertes empezaron a soplar y exigían nuevas formas de hacer política, urgía la apertura e inclusión de la sociedad civil a quien se le debía ofrecer un espacio auténtico de representación política en el que las posiciones y los cargos respondieran a ejercicios democráticos y auténticos liderazgos locales, las fórmulas de antaño ya no eran útiles, pero para sus dirigentes eran palabras necias y decidieron poner oídos sordos.
Escuchan el eco de un pasado glorioso.