La lección que México no debe ignorar

Escrito en OPINIÓN el

El regreso de Donald Trump ha traído consigo su estilo inconfundible: amenazas, intimidación y negociaciones al límite. En solo unas semanas, ya ha impuesto su voluntad sobre quienes intentan desafiarlo. El caso más claro es el de Gustavo Petro, presidente de Colombia quien en menos de 24 horas pasó de negarse a recibir vuelos con migrantes deportados a aceptar sin condiciones la política de Washington tras la amenaza de aranceles del 50% a las exportaciones colombianas.

México debe tomar nota. Trump ya amenazó con aranceles del 25% si no endurecemos nuestra política migratoria. No es la primera vez que juega esta carta, pero ahora lo hace con mayor ventaja. Nuestra economía depende de EU: el 80% de nuestras exportaciones tienen como destino final algún estado de la Unión Americana. En 2024, México se convirtió en su principal socio comercial, superando a China y Canadá, con más de 466,000 millones de dólares en exportaciones. Esta fortaleza, sin embargo, es también nuestra mayor vulnerabilidad.

Trump no negocia, impone. Su táctica es conocida: lanzar una amenaza extrema, generar incertidumbre y luego obligar al otro a ceder en sus términos. Lo hizo en su primer mandato con el T-MEC, y con la revisión del acuerdo en 2026 en el horizonte, repetiría la estrategia. Desde su firma en 2020, el comercio y la inversión entre los tres países han crecido un 37%, lo que hace del tratado una historia de éxito. Pero eso no detendrá a Trump si decide modificarlo en su favor o incluso amenazar con abandonarlo.

La migración seguirá siendo su moneda de cambio. En 2019 amenazó con aranceles si México no contenía el flujo de personas en la frontera. Ahora, con una crisis migratoria aún mayor y una base electoral que exige resultados inmediatos, la presión es más intensa.

Sin embargo, el frente más peligroso es el de la seguridad. Trump ya designó a los cárteles como organizaciones terroristas, un cambio radical en la relación bilateral. Con esta designación, EU tiene el marco legal para justificar sanciones económicas, operativos encubiertos y hasta incursiones militares. No es un secreto que en su primer mandato algunos republicanos presionaron para realizar acciones directas contra grupos criminales en México. Ahora, Trump tiene el pretexto perfecto para impulsar una estrategia más agresiva, exigiendo una cooperación total o, en su defecto, actuando sin consentimiento del gobierno mexicano.

México no puede permitirse el error del mandatario colombiano, desafiar a Trump sin una estrategia viable. Diversificar mercados es difícil, pero esencial para no quedar a merced de amenazas comerciales. En lugar de reaccionar, México debe anticiparse, construyendo alianzas dentro de EU, especialmente con gobernadores y el Congreso, quienes pueden servir de contrapeso a la Casa Blanca.

El T-MEC debe ser defendido con argumentos sólidos, mostrando su impacto positivo en ambos países y evitando que sea rehén de una estrategia de intimidación. En materia de seguridad, México debe establecer líneas rojas claras: la cooperación es necesaria, pero aceptar incursiones unilaterales no es negociable.

El caso de Colombia es una advertencia para cualquier país que dependa del comercio con EU. Trump ha vuelto con la misma estrategia de presión y coerción, pero ahora con más experiencia y menos frenos internos. México no puede permitirse una postura ingenua ni reactiva; necesita una política exterior más asertiva que le permita negociar desde una posición de fortaleza.

Si algo ha quedado claro en estas primeras semanas de su segundo mandato es que Trump sigue siendo Trump. La pregunta es si México ha aprendido la lección o si volveremos a cometer los mismos errores.

abner.reyna@tec.mx