Tamayo: Mujeres

"La exposición es sin duda el acontecimiento cultural del invierno 2024 -25 en la Ciudad de México".

Escrito en OPINIÓN el

La exposición “Tamayo: Mujeres” que se presenta en el museo que lleva el nombre del artista en el Bosque de Chapultepec es sin duda el acontecimiento cultural del invierno 2024 -25 en la ciudad de México.

Se trata de una muestra pequeña, de cámara que reúne tan solo 21 obras gráficas realizadas en litografía durante un lapso que va de 1969 a 1974 y cuyo nexo, además de la técnica, es el tema: las mujeres, en plural, una presencia en la vida y obra de Rufino Tamayo (Oaxaca,1899-CDMX, 1991) que resulta clave, vital, única. La historia es conocida: el padre abandono a su madre cuando él nació, ella muere cuando su hijo tiene 11 años y queda al cuidado de una tía materna con la que viene a la capital del país, dónde ingreso a la Academia de San Carlos para luego conquistar-triunfar en el circuito del arte.

A pesar del ruido mediático que se vive en nuestra sociedad en los últimos meses, corrijo en realidad ya años, en torno a las damas y su llegada a las cimas del poder político, o quizás por eso mismo, el acceso a la exhibición es complicado, no es fácil y hay que preguntar a los custodios en el museo cómo llegar a la muestra del Maestro: tiene que salir al patio, por los baños, a su izquierda, allí está la entrada.

Ya en la sala el visitante se encuentra en un espacio diáfano, pulcro, casi sacro en el que lo abrazan-cobijan-rodean la belleza, la coquetería y la lujuria femenina. Su erotismo, el misterio y la sensualidad. Pero también lo asechan los miedos, la violencia y el poder aurático de las diosas-mujeres plasmadas por el oaxaqueño. Se aprecia desde luego al fino dibujante y gran colorista que fue el autor. Las litografías son propiedad de las galerías LS, Castillo y Bernardini, y colecciones particulares.

La mayor parte de las obras en exhibición proceden de dos carpetas: “Mujeres” y “15 litografías 1973”, la primera realizada en Paris y la segunda en Barcelona, hay además piezas de 1972 y 1974. En el caso del primer portafolio queda una duda respecto a las tres piezas que se excluyeron en esta ocasión. ¿Son representativas de la percepción del artista en torno a las mujeres?, es decir como compañeras-parejas del hombre para la vida como parece ser que se alude en las dos naturalezas muertas y/o creadoras-dadoras que perpetúan la especie humana en el caso de “Dos personajes”, en realidad una pareja de infantes. Ramón Xirau es el autor del texto que acompaño al conjunto a fines de los 60 del siglo pasado, pero no se exhibe en esta ocasión.

La exposición cuenta además con un plus: la curaduría de Juan Carlos Pereda, sin duda en la actualidad el único y más prestigiado experto mexicano en la obra de Rufino Tamayo, quien realiza no solo una selección acertada, sino que logra un resultado que se agradece en nuestro medio: una muestra fina, discreta, elegante que se vuelve grandiosa a pesar de las reducidas dimensiones de la galería en que se presenta. El experto y comisario señala en el texto de sala el dialogo estético del mexicano con Matisse y Picasso en torno a la representación del cuerpo femenino, la conexión con el arte popular de nuestro país y añade una pequeña vitrina con figuras de Tlátilco.

Al salir de la sala resulta imposible no pensar en las mujeres que formaron parte de la vida y obra del artista: la pintora jalisciense María Izquierdo cuya obra se ha presentado ya en dos colectivas en el espacio de quien fuera una de sus parejas; las acaudaladas modelos Natasha Gelman, Beatriz Asúnsulo y Elisa Gutiérrez Roldán. La regia noresténse y mecenas Margara Garza Sada, su biógrafa guatemalteca-mexicana Ingrid Sucker, y sus sobrinas, las hermanas María Eugenia, María Elena y Rosa María Bermúdez Flores, cercanas y pendientes de lo que ocurre en el museo y la fundación que llevan el nombre del artista. Hasta incluso se recuerda a la periodista y funcionaria de la 4T en Turquía, Isabel Arbide, quien narra sus encuentros-entrevistas, el desencuentro y reencuentro con el artista en un folleto que ilustra su portada con uno de los prints que acompañaron la invitación a la inauguración del Museo Tamayo en 1981: “Mujercita”

Y desde luego sobre todas las mujeres antes citadas sobresale, reina una: Taide Olga Flores Rivas, la pianista que fue su esposa y se convirtió en su mejor representante, ella lo acompaño desde 1934 hasta el fin de su vida. Los restos mortales de ambos reposan juntos en el Museo Rufino Tamayo, que recientemente le dedicó a ella una muestra primigenia, exposición que logro visibilizar su gran trabajo, su titánica labor en pro del artista-compañero-marido. Antes sólo el coleccionista y político regio Mauricio Fernández Garza reconoció públicamente su invaluable trabajo al bautizar un parque con su nombre en Valle Oriente, una urbanización de alta plusvalía en Garza García, NL. Un acto al que acudió la homenajeada, quien contó a la periodista María Luisa Medellín que él era su ahijado de bautizó. ¿Cuántos años más habrá que esperar para leer una biografía de Olga Tamayo?  Murió hace 3 décadas.

El mismo día que el autor visito la exhibición a que aluden estas líneas, se topó en la entrada del inmueble con una pareja, ella le decía a su joven acompañante: a su esposa le gustaba el arte y por eso hizo el museo. Una frase que parece sintetizar el agradecimiento popular por la donación-generosidad de los Tamayo para con el pueblo mexicano. Un comentario que nos lleva a cuestionar ¿por qué no hay obra de Tamayo y de los autores donados, en exhibición permanente en el museo que lo honra? ¿Por qué se paga tan mal su gesto? Si bien es cierto que obras del oaxaqueño se pueden ver a unos cuantos pasos del inmueble de Teodoro González de León y Abraham Zabludowsky también lo es que no existe en el país otra posibilidad para contemplar un Francis Bacon, por ejemplo.

Las féminas en la obra de Tamayo aparecen desde fecha muy temprana, en una gráfica de 1925, una xilografía de hace un siglo, retrata a dos niñas; en su primera litografía que realizo en 1933 plasma también una dama desnuda que cubre- protege con su cuerpo a su amante, esta obra se hizo probablemente en el taller de Emilio Amero. La litografía fue una de las técnicas de impresión que más trabajo este artista, se tiene registro de 160 ediciones en su “Catálogo razonado. Gráfica 1925-1991” que ya amerita una reedición corregida y aumentada a más de dos décadas de su publicación, obras que no han dejado de exhibirse desde 1951, es decir desde que se consagro como un autor de fama global, aunque entonces se decía internacional por mundial.

Antes que acabe el invierno y llegue la primavera acérquese a disfrutar-gozar-mirar como el también pintor, muralista y escultor experimenta-recrea-sublima el cuerpo femenino en una exposición con obras que coleccionan instituciones tan prestigiadas como la Albertina de Viena o el Met de Nueva York y que muy rara vez se pueden apreciar en exposiciones monográficas, al menos en México, donde son aún más raras la muestras exquisitas y sensibles como lo es “Tamayo: Mujeres”.

La muestra de Rufino Tamayo es un lujo verdadero en estos tiempos en que casi ha desaparecido el profesionalismo en las instituciones culturales que maneja el gobierno y esta exposición es una excepción en tiempos de mujeres que a diferencia de la política al sector de las artes han arribado desde hace mucho, al igual que integrantes de las siglas LGBT+. Ni unas ni otros están debutando, por lo mismo esperemos que su presencia y acciones se traduzcan en beneficios que alcancen a todos los integrantes del medio (artistas, gestores, trabajadores de la cultura, ect.). y que aprecien y valoren la experiencia que existe en el medio que no la ningunen como suele ocurrir cada sexenio. A todos esos nuevos integrantes le iría muy bien acercarse a “Tamayo: Mujeres” y ojalá su paso por el servicio publico no acabe solo en un párrafo en su curricula política e ideológica.