Pausa

“El mundo inmerso en una guerra económica arancelaria, quienes históricamente eran aliados ahora son adversarios y viceversa, una crisis económica mundial es la promesa hecha por Estados Unidos”.

Créditos: Especial
Escrito en OPINIÓN el

El mundo se mueve muy rápido, los ciclos son más cortos, tecnología y globalización son las responsables de que la velocidad con que suceden las cosas y los acontecimientos sea cada vez más rápida y con ella nuestra forma de pensar y actuar.

Vivimos en constante estrés buscando adaptarnos a la nueva realidad expresada en términos políticos, sociales y económicos.

Cuando pensábamos que habíamos visto todo, la realidad supera a la ficción. El mundo inmerso en una guerra económica arancelaria, quienes históricamente eran aliados ahora son adversarios y viceversa, una crisis económica mundial es la promesa hecha por Estados Unidos.

La IA rebasa la imaginación, la mente humana deja de desarrollarse. El pensamiento crítico es sustituido por la desinformación de las redes convirtiéndonos en autistas digitales formando parte de un rebaño en pleno pastoreo.

Aprovecharé la incierta pausa arancelaria, me iré al rancho, a ese espacio de tierra que he tomado prestado en la Sierra de Arteaga en donde el tiempo se detiene y las malas noticias no llegan, ese lugar en donde lo único que me preocupa es el pronóstico del tiempo, esperando que la amenaza no sean aranceles sino lluvia para regar los árboles frutales que recién salieron de la dormancia y necesitan agua para producir por allá de agosto y septiembre unas ricas manzanas.

Esa lluvia que volverá a pintar de verde el campo borrando de un día para otro los tonos amarillentos con que el escenario queda cubierto mostrando los estragos del invierno y la sequía, la misma que humedecerá la tierra donde han empezado a crecer flores silvestres multicolores que se enredan con las nopaleras.

Una sierra enmarcada con millones de pinos que a una hora de Monterrey y con más de dos mil metros de altura registra temperaturas y cielos transparentes, envidiables para aquellos que todos los días respiramos basura. Un bosque interminable que nos presta Arteaga a cambio de respetarlo sin excusas ni pretextos.

Allá donde todos son parientes o compadres sin importar consanguinidad o afinidad, todos adquieren ese parentesco que los pone en un plano de igualdad porque comparten la misma dinámica social que abandona prejuicios y consideraciones económicas. Allá donde contemplar la naturaleza tiene más respuestas que la IA.

Me iré a recordar con nostalgia los días cuando niño iba al rancho y ahora como adulto a disfrutar con responsabilidad de la belleza y el misterio de la naturaleza que convierte cosas y situaciones simples en momento inolvidables, como cuando siembras y ves crecer un árbol, como cuando un día sin invitación llegó al portón un huérfano e inquieto cachorro y con el tiempo se convierte en un apacible perro ranchero que duerme más horas de las que está despierto, como cuando los amaneceres con un café y atardeceres con una copa de vino se convierten en tú espectáculo favorito. A perder el tiempo ganando vida, una pausa para continuar.