El pasado lunes 7 de abril se cumplieron 20 años de un episodio clave en la vida política contemporánea de nuestro país, y que marcó un hito en la historia democrática de México: el desafuero del ex Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Ante un recinto abarrotado, en la Cámara de Diputados, el resultado marcó 360 votos a favor, 127 en contra y 2 abstenciones -en 2005- se votó el desafuero de López Obrador, entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
En contraste a los números alcanzados en el Congreso, en diferentes sectores se comenzó a gestar una esperanza.
El suceso plasmó un uso faccioso de la ley y dejó entrever que había una persecución política en contra de AMLO, y el personaje social que representaba como un líder moral que podía llegar a la Presidencia de la República.
Y así fue.
Pese de los embates de la fuerza oficialista, López Obrador superó -un año después- el fraude electoral del 2006; la compra de votos del 2012; hasta que finalmente en el 2018 se convirtió en Presidente de México.
Su sexenio, podemos traducirlo en una muestra de que las cosas se pueden hacer distintas.
Con programas sociales, obras insignia, y un proyecto económico humanista, la Cuarta Transformación se instauró en México, y llegó para quedarse.
No cabe duda que hoy vivimos una realidad muy distinta a la que se percibía en aquel 2005.
Hoy, a dos décadas, estamos construyendo el segundo piso de la Cuarta Transformación con un proyecto de Nación que ofrece una continuidad.
Aún hay grandes retos por enfrentar, pero hacemos una parada en el camino para recordar un hecho que dejó la pauta para construir el país que hoy tenemos.
Cito una frase que expuso López Obrador: “Ustedes me van a juzgar, pero no olviden que todavía falta que a ustedes y a mí, nos juzgue la Historia”.
La historia ha juzgado, hoy vivimos una nueva realidad. Larga vida a la Cuarta Transformación.