Estudio revela qué tan peligrosas son las lámparas de manicura

Si tienes planeado hacerte las uñas para este 14 de febrero, no olvides tomar en cuenta la opción más segura para no poner en riesgo tu salud.

Lámpara UV para secar uñas | Especial.
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Washington. – La manicura es un procedimiento muy popular, y si bien puede parecer inofensivo, más vale prestar atención a un nuevo estudio que revela los peligros a los que se pueden exponer aquellas personas que se realicen este arreglo con gel, y que además utilizan la secadora de uñas con luz ultravioleta.

La investigación fue publicada por Nature Communications, y estuvo a cargo de la Universidad de California en San Diego y la Universidad de Pittsburgh, que alertaron el riesgo que hay al endurecer el esmalte con esta herramienta.

De acuerdo con los expertos que estuvieron involucrados en el estudio, estas secadoras de luz ultravioleta emiten cierto nivel de radiación que puede causar grandes problemas a futuro, destacando enfermedades relacionadas con el cáncer.

"Los hallazgos contribuyen a los datos ya publicados sobre los efectos nocivos de la radiación ultravioleta y muestran la muerte celular directa y el daño al tejido que puede provocar cáncer de piel", mencionó la doctora Julia Curtis, profesora asistente de Dermatología en la Universidad de Utah.

Curtis, si bien no participó en el estudio, sí se encargó de detallarlo, y puso como ejemplo las camas de bronceado, cuyo uso conlleva el riesgo similar.

“Las camas de bronceado están catalogadas como cancerígenas y las lámparas UV para uñas son mini camas de bronceado para las uñas con el fin de endurecer las uñas de gel”, indicó.

Uñas siendo secadas en base a una lámpara UV | Especial. 

Parte de los trabajos hechos por los investigadores fue la exposición de células de humanos y ratones a la luz ultravioleta, y los resultados arrojaron que una sesión de 20 minutos había implicado la muerte del 20 al 30 por ciento de las células, mientras que tres exposiciones consecutivas de 20 minutos hicieron que murieran del 65 al 70 por ciento de las células expuestas.

En cambio, las células restantes experimentaron daño mitocondrial y de ADN, resultando en mutaciones con patrones antes observados en el cáncer de piel en humanos.

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