Ciudadanos de Segunda

Escrito en OPINIÓN el

Ciudadanos de Segunda 

Tengo la fortuna de conocer de manera cercana, a policías y ex policías. Conozco, por ellos, la realidad a las que se enfrentan todos los días y las circunstancias y las herramientas con que lo hacen.

Pese a que todas las personas tenemos los mismos derechos, humanos y laborales. Los policías en este país y sobre todo, en este estado, son tratados como ciudadanos de segunda.

Por eso, digo y repito, que ser un policía en México es una tarea titánica y casi impoble: implica poner en riesgo la vida todos los días, enfrentándose a criminales más organizados y mejor armados, mientras los sueldos son malos y las prestaciones laborales básicas ni siquiera están garantizadas.

En los últimos dos años, por ejemplo, más de mil 400 policías han sido asesinados en nuestro país.

Más aún, en Nuevo León se enfrentan a una grave crisis de seguridad. En este contexto, a los policías se les criminaliza y se les niegan los derechos básicos para su seguridad y estabilidad. Hace algunos meses compartí en este medio que el Congreso Estatal aprobó, con nuestros votos en contra, la no reinserción laboral de éstos mientras que limita la indemnización, violando sus derechos laborales.

De acuerdo a lo aprobado, los policías que sean despedidos no podrán, sin importar si su despido o remoción resulte injustificado. El Estado sólo estaría obligado a pagarles  –sin importar su antigüedad– una indemnización equivalentes a 3 meses de su sueldo base y el proporcional de hasta un máximo de 12 meses de sus prestaciones.

Ahora, los y las policías reclaman un incremento salarial y que se les cumplan las prestaciones sociales que les fueron prometidas por la nueva administración que no les ha llegado. Entre ellas, estancias infantiles, apoyo para la vivienda y atención médica con cobertura nacional, mejor equipamiento, patrullas y tecnología.

Todas, demandas legítimas y lo mínimo que establece la ley.

Creo firmemente, que para salir de esta grave crisis de inseguridad, es importante tener una institución policial civil fuerte, bien pagada y protegida. Criminalizarlos y precarizar sus condiciones laborales no resuelve el problema de la posible colusión de los elementos con el crimen, como podría creerse. Por el contrario, sí discrimina y criminaliza injustamente a una de las profesiones del servicio público más importantes y más admirables.

Como diputado, pero sobre todo, como neolonés preocupado por la inseguridad, siempre es un buen día para externar mi profundo respeto y admiración a las y los policías de nuestro país y nuestro Estado. No es cualquier cosa ser capaz de elegir un trabajo que implique poner en riesgo la vida en defensa de otros. Para eso, se tiene que tener vocación de servicio, pero sobre todo, vocación de héroe.